La aparición de la saga vampírica de la controversia, Crepúsculo (Twilight), ha supuesto un boom de series, películas y libros relacionados con el tema de estos seres mitológicos, que parecen nunca pasar de moda. Pero el vampirismo no es una temática novedosa, si no que se remonta mucho tiempo atrás, tanto en la historia como en la cultura popular, y han sido objeto de cambios significativos durante toda su historia.
En primer lugar, sería necesario buscar la base histórica que dio lugar a este mito, presente en tantas culturas alrededor del mundo. Muchos la sitúan en la Europa central en el siglo XIV, cuando la peste obligaba a enterrar a los cadáveres con rapidez para evitar los contagios. No pocos eran enterrados vivos, y cuando posteriormente se abrían los mausoleos, los encontraban llenos de sangre por haber intentado escapar. Las influencias que se unen a la concepción del vampiro europeo son los draugar islandeses, difuntos que regresan de la muerte para atormentar a los vivos, y el vampiro eslavo, con influencias griegas y turcas, aunque otras teorías sitúan el inicio del mito en China. A pesar de que hay diversidad de opiniones sobre dónde nace el mito del vampiro clásico, si existe acuerdo en la aparición del término vampiro: fue acuñado por Agustín Calve en un tratado del siglo XVIII.
Diversos personajes históricos han sido relacionados con el vampirismo, destacando dos de ellos: Elisabeth Bathory y Vlad el Empalador. Vlad III (1431-1476) o Vlad Draculea, fue un príncipe de Valquiria (en la actualidad Rumanía) que vivía en terreno fronterizo con el imperio otomano, y se hizo famoso por impedir el avance de las tropas turcas hacia el interior de Europa utilizando duros métodos de castigo para los enemigos y traidores. Se cree, aunque no hay pruebas de ello, que Bram Stoker se inspiró en este personaje histórico para crear el personaje del conde Drácula. La Condesa húngara Elisabeth Bathory (1560- 1614) ostenta el dudoso honor de tener el Récord Guiness de ser la persona que más asesinatos ha cometido: 630 doncellas, a las que extraía la sangre para darse baños con ella y conservar su belleza y juventud.
El primer caso de vampirismo histórico documentado aparece en Inglaterra, y tiene lugar desde 1085 hasta 1094, siendo conocido como El caso del Diablo de Drakelow, que dio lugar al mito de los cadáveres ambulantes, y posteriormente a una infinidad de casos de vampirismo documentados en toda Europa. El primer vampiro literario europeo también es inglés, y se trata de Grendel, el llamado Vampiro de las profundidades, en obras de consulta posteriores, que aparece en el poema épico Beowulf, escrito en el siglo XI. Y aunque no se hace referencia a él como vampiro, ya que el término no aparecerá hasta siglos después, en el poema se le describe como “una sanguijuela que se ha alimentado de la sangre ajena”.
Ya en el siglo XIX, los vampiros se convierten en una figura recurrente dentro de la literatura gótica, en todas sus formas. Se trata de vampiros siempre vistos y descritos por una tercera persona, que aterran tanto con su presencia como con su ausencia. Ya que están muertos, no tienen pulso, y por lo tanto no pueden mantener relaciones sexuales, aunque la figura del vampiro representa diferentes símbolos sexuales, como sus colmillos, que son símbolos fálicos. Las vampiras siempre muestran tendencias lésbicas en este periodo, es decir, prefieren a las doncellas vírgenes, al igual que sus equivalentes masculinos, lo cual contiene una fuerte carga erótica.
La obra clave sobre los vampiros se escribe en esta época, y se trata de Drácula, de Bram Stoker, publicada en 1897. Aunque del siglo decimonónico pueden encontrarse otras obras sobre vampiros como la novela Carmilla de Sheridan Le Fanu (1872) o Luella Miller, una vampira psicológica, creada en 1902 por Mary E. Wilkins Freeman.
La película muda Nosferatu, dirigida por F. W. Murnau, pretendía ser en un principio una adaptación cinematográfica de Drácula, pero al no conseguir los derechos de la historia, Murnau decidió hacer su propia versión de la novela, en la que cambió los nombres de los personajes, consiguiendo rodar una de las películas de vampiros más influyentes que estuvo a punto de ser destruida para siempre. La viuda de Stoker denunció a Murnau por plagio, ganando el juicio, y se ordenó destruir todas las cintas de la película, por suerte, algunas de ellas ya habían sido distribuidas por todo el mundo, y fueron escondidas hasta la muerte de la viuda.
Desde entonces, proliferan las novelas sobre vampiros, pero no es hasta 1976, cuando Anne Rice publica Entrevista con el Vampiro, la primera novela de su saga Crónicas Vampíricas, que narra la historia de Lestat de Lioncourt, cuando se producen cambios importantes en la concepción del vampiro. Rice es pionera en presentar al vampiro como narrador en primera persona, permitiendo al lector acercarse a un personaje que hasta entonces solamente se describía por otro, y del que no se conocían pensamientos ni sentimientos. A pesar de ser criticada por muchos por humanizar la figura del vampiro, detalle que en 1976 no gustó a todo el mundo, es considerada en la actualidad una de las mejores escritoras contemporáneas sobre la temática vampírica, y la encargada de resucitar el mito en EE.UU. De sus novelas, se han hecho algunas adaptaciones cinematográficas, como Entrevista con el Vampiro o La reina de los condenados, con diferentes grados de fidelidad a las novelas.
Los vampiros han estado desde entonces más presentes en la cultura popular, siendo fácil encontrar diferentes productos culturales que les hacen referencia, concibiéndolos de distintas formas que se alejan cada vez más del vampiro clásico. Desde la exitosa y fiel adaptación cinematográfica Drácula de Bram Stoker (1992) a manos de Francis Ford Coppola, hasta la trilogía Blade que muestra a los vampiros como seres organizados al estilo de sociedad secreta, Abierto hasta el amanecer que muestra la versión tarantiniana de estos, y Vampiros de Jonh Carpenter que supone la representación de los vampiros en la América profunda.
En literatura el tema también se trata desde diferentes perspectivas, entre los que destaca La Historiadora de Elisabeth Kostova (2005), que gira en torno a investigaciones sobre el mito de Vlad El Empalador, así como recopilaciones de relatos vampíricos como Sanguinarius: 13 historias de vampiros, seleccionadas por Antonio José Navarro (2005). También es en esta época cuando la figura del vampiro comienza a incluirse en relatos y novelas para público infantil y juvenil, muestra de ello es la exitosa serie Buffy la Cazavampiros (1997 – 2003).
En 2005 aparece también la primera parte de la saga vampírica romántica para adolescentes, Crepúsculo (Twilight), a manos de Stephanie Meyer que ha introducido cambios importantes, aunque no siempre originales, en la concepción de la figura del vampiro: alimentación a la que la autora se refiere como “vegetariana”, en la que la dieta se fundamenta en sangre animal y no humana (lo cual ya hace Louis, protagonista de Entrevista con el Vampiro), la posibilidad de permanecer al sol, que aunque ya había sido contemplado por obras anteriores, como en Blade, no podían hacerlo sin valerse de cremas solares u otras arducias, a lo que Stephanie Meyer añade un brillo diamantino en la piel vampírica cuando le da el sol… Estos cambios han tenido desigual aceptación, siendo considerados innovadores por los fans de la saga y tachados de ser la prostitución del vampirismo por sus detractores.
El auge de los vampiros crepusculares ha permitido que aparezcan infinidad de novelas y series que tratan el tema del vampirismo: los vampiros están de moda. A parte de las adaptaciones cinematográficas de Crepúsculo, pueden encontrarse series como True Blood (basada en la saga Vampiros Sureños de Charlaine Harris) o Crónicas vampíricas (The Vampire Diaries). También han comenzado a proliferar obras literarias sobre la temática como la Trilogía de la Oscuridad, escrita por Guillermo del Toro (director de El Laberinto del Fauno) en la que un virus convierte a las personas en vampiros o nuevas recopilaciones como Vampiras: Antología de Relatos sobre mujeres vampiro (2010).
Sin duda, los vampiros son una figura atrayente para el público, por aunar la dicotomía infalible: Eros y Thánatos, sensualidad y muerte, las dos pasiones más viscerales. El boom vampírico que está teniendo lugar continúa enfrentando a los defensores del vampiro clásico contra los seguidores de los nuevos vampiros, más humanos y cercanos. El vapiro es un ser que aún tiene mucho juego que dar.
Fuente: lahuelladigital | Via
En primer lugar, sería necesario buscar la base histórica que dio lugar a este mito, presente en tantas culturas alrededor del mundo. Muchos la sitúan en la Europa central en el siglo XIV, cuando la peste obligaba a enterrar a los cadáveres con rapidez para evitar los contagios. No pocos eran enterrados vivos, y cuando posteriormente se abrían los mausoleos, los encontraban llenos de sangre por haber intentado escapar. Las influencias que se unen a la concepción del vampiro europeo son los draugar islandeses, difuntos que regresan de la muerte para atormentar a los vivos, y el vampiro eslavo, con influencias griegas y turcas, aunque otras teorías sitúan el inicio del mito en China. A pesar de que hay diversidad de opiniones sobre dónde nace el mito del vampiro clásico, si existe acuerdo en la aparición del término vampiro: fue acuñado por Agustín Calve en un tratado del siglo XVIII.
Diversos personajes históricos han sido relacionados con el vampirismo, destacando dos de ellos: Elisabeth Bathory y Vlad el Empalador. Vlad III (1431-1476) o Vlad Draculea, fue un príncipe de Valquiria (en la actualidad Rumanía) que vivía en terreno fronterizo con el imperio otomano, y se hizo famoso por impedir el avance de las tropas turcas hacia el interior de Europa utilizando duros métodos de castigo para los enemigos y traidores. Se cree, aunque no hay pruebas de ello, que Bram Stoker se inspiró en este personaje histórico para crear el personaje del conde Drácula. La Condesa húngara Elisabeth Bathory (1560- 1614) ostenta el dudoso honor de tener el Récord Guiness de ser la persona que más asesinatos ha cometido: 630 doncellas, a las que extraía la sangre para darse baños con ella y conservar su belleza y juventud.
El primer caso de vampirismo histórico documentado aparece en Inglaterra, y tiene lugar desde 1085 hasta 1094, siendo conocido como El caso del Diablo de Drakelow, que dio lugar al mito de los cadáveres ambulantes, y posteriormente a una infinidad de casos de vampirismo documentados en toda Europa. El primer vampiro literario europeo también es inglés, y se trata de Grendel, el llamado Vampiro de las profundidades, en obras de consulta posteriores, que aparece en el poema épico Beowulf, escrito en el siglo XI. Y aunque no se hace referencia a él como vampiro, ya que el término no aparecerá hasta siglos después, en el poema se le describe como “una sanguijuela que se ha alimentado de la sangre ajena”.
Ya en el siglo XIX, los vampiros se convierten en una figura recurrente dentro de la literatura gótica, en todas sus formas. Se trata de vampiros siempre vistos y descritos por una tercera persona, que aterran tanto con su presencia como con su ausencia. Ya que están muertos, no tienen pulso, y por lo tanto no pueden mantener relaciones sexuales, aunque la figura del vampiro representa diferentes símbolos sexuales, como sus colmillos, que son símbolos fálicos. Las vampiras siempre muestran tendencias lésbicas en este periodo, es decir, prefieren a las doncellas vírgenes, al igual que sus equivalentes masculinos, lo cual contiene una fuerte carga erótica.
La obra clave sobre los vampiros se escribe en esta época, y se trata de Drácula, de Bram Stoker, publicada en 1897. Aunque del siglo decimonónico pueden encontrarse otras obras sobre vampiros como la novela Carmilla de Sheridan Le Fanu (1872) o Luella Miller, una vampira psicológica, creada en 1902 por Mary E. Wilkins Freeman.
La película muda Nosferatu, dirigida por F. W. Murnau, pretendía ser en un principio una adaptación cinematográfica de Drácula, pero al no conseguir los derechos de la historia, Murnau decidió hacer su propia versión de la novela, en la que cambió los nombres de los personajes, consiguiendo rodar una de las películas de vampiros más influyentes que estuvo a punto de ser destruida para siempre. La viuda de Stoker denunció a Murnau por plagio, ganando el juicio, y se ordenó destruir todas las cintas de la película, por suerte, algunas de ellas ya habían sido distribuidas por todo el mundo, y fueron escondidas hasta la muerte de la viuda.
Desde entonces, proliferan las novelas sobre vampiros, pero no es hasta 1976, cuando Anne Rice publica Entrevista con el Vampiro, la primera novela de su saga Crónicas Vampíricas, que narra la historia de Lestat de Lioncourt, cuando se producen cambios importantes en la concepción del vampiro. Rice es pionera en presentar al vampiro como narrador en primera persona, permitiendo al lector acercarse a un personaje que hasta entonces solamente se describía por otro, y del que no se conocían pensamientos ni sentimientos. A pesar de ser criticada por muchos por humanizar la figura del vampiro, detalle que en 1976 no gustó a todo el mundo, es considerada en la actualidad una de las mejores escritoras contemporáneas sobre la temática vampírica, y la encargada de resucitar el mito en EE.UU. De sus novelas, se han hecho algunas adaptaciones cinematográficas, como Entrevista con el Vampiro o La reina de los condenados, con diferentes grados de fidelidad a las novelas.
Los vampiros han estado desde entonces más presentes en la cultura popular, siendo fácil encontrar diferentes productos culturales que les hacen referencia, concibiéndolos de distintas formas que se alejan cada vez más del vampiro clásico. Desde la exitosa y fiel adaptación cinematográfica Drácula de Bram Stoker (1992) a manos de Francis Ford Coppola, hasta la trilogía Blade que muestra a los vampiros como seres organizados al estilo de sociedad secreta, Abierto hasta el amanecer que muestra la versión tarantiniana de estos, y Vampiros de Jonh Carpenter que supone la representación de los vampiros en la América profunda.
En literatura el tema también se trata desde diferentes perspectivas, entre los que destaca La Historiadora de Elisabeth Kostova (2005), que gira en torno a investigaciones sobre el mito de Vlad El Empalador, así como recopilaciones de relatos vampíricos como Sanguinarius: 13 historias de vampiros, seleccionadas por Antonio José Navarro (2005). También es en esta época cuando la figura del vampiro comienza a incluirse en relatos y novelas para público infantil y juvenil, muestra de ello es la exitosa serie Buffy la Cazavampiros (1997 – 2003).
En 2005 aparece también la primera parte de la saga vampírica romántica para adolescentes, Crepúsculo (Twilight), a manos de Stephanie Meyer que ha introducido cambios importantes, aunque no siempre originales, en la concepción de la figura del vampiro: alimentación a la que la autora se refiere como “vegetariana”, en la que la dieta se fundamenta en sangre animal y no humana (lo cual ya hace Louis, protagonista de Entrevista con el Vampiro), la posibilidad de permanecer al sol, que aunque ya había sido contemplado por obras anteriores, como en Blade, no podían hacerlo sin valerse de cremas solares u otras arducias, a lo que Stephanie Meyer añade un brillo diamantino en la piel vampírica cuando le da el sol… Estos cambios han tenido desigual aceptación, siendo considerados innovadores por los fans de la saga y tachados de ser la prostitución del vampirismo por sus detractores.
El auge de los vampiros crepusculares ha permitido que aparezcan infinidad de novelas y series que tratan el tema del vampirismo: los vampiros están de moda. A parte de las adaptaciones cinematográficas de Crepúsculo, pueden encontrarse series como True Blood (basada en la saga Vampiros Sureños de Charlaine Harris) o Crónicas vampíricas (The Vampire Diaries). También han comenzado a proliferar obras literarias sobre la temática como la Trilogía de la Oscuridad, escrita por Guillermo del Toro (director de El Laberinto del Fauno) en la que un virus convierte a las personas en vampiros o nuevas recopilaciones como Vampiras: Antología de Relatos sobre mujeres vampiro (2010).
Sin duda, los vampiros son una figura atrayente para el público, por aunar la dicotomía infalible: Eros y Thánatos, sensualidad y muerte, las dos pasiones más viscerales. El boom vampírico que está teniendo lugar continúa enfrentando a los defensores del vampiro clásico contra los seguidores de los nuevos vampiros, más humanos y cercanos. El vapiro es un ser que aún tiene mucho juego que dar.
Fuente: lahuelladigital | Via
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